Puede que vengas a Ibiza buscando algo más que fiestas y playas petadas de gente, y es que a veces solo necesitas alejarte un poco del ruido para encontrar los rincones más auténticos de la isla.
Más allá de los beach clubs y las grandes discotecas, esta preciosa isla esconde una versión más salvaje y natural, con playas de ensueño y aguas turquesas de las que no querrás irte jamás. Aquí te contamos cuáles son las calas más bonitas y secretas de Ibiza, sin música, sin gente y, quizás… sin cobertura. Algunas solo son accesibles en barco, a otras podrás acceder por senderos poco transitados, y puede que tengas que hacer una buena ruta en coche, pero todas tienen un encanto especial que seguro hará que merezca la pena el esfuerzo.
En este artículo encontrarás...
ToggleLas calas escondidas de Ibiza que solo son accesibles en barco o casi
En este listado encontrarás cuáles son esos pequeños rincones que no están al alcance de cualquiera, como calas escondidas entre acantilados, sin caminos fáciles y sin gente alrededor. Algunas solo se pueden visitar por mar, y otras tienen accesos tan duros que lo mejor es llegar navegando.
Ponte cómodo, que te contamos cuáles son, cómo llegar y por qué merece la pena visitar estas preciosas playas. Y si quieres descubrirlas sin sudar la camiseta, échale un ojo a nuestras excursiones en catamarán por Ibiza, con rutas personalizadas por las zonas más espectaculares de la isla.
Sa Pedrera de Cala d’Hort (Atlantis)
Este lugar tan singular se encuentra en el suroeste de Ibiza, muy cerca de Cala d’Hort, en un rincón escondido entre acantilados con vistas a Es Vedrà. Aunque ya no es una cala tan secreta, su difícil acceso y la falta de señalización la mantienen bastante alejada del turismo masivo.
Para llegar, tienes dos opciones. La más aventurera es a pie, bajando desde el mirador de Cala d’Hort por un sendero muy empinado y sin sombra. El trayecto es duro, sobre todo a la vuelta, así que necesitas buen calzado, agua y algo de forma física. El camino puede durar unos 30 minutos de bajada y bastante más subiendo. La opción más cómoda es acceder en barco, fondeando cerca y bajando nadando, con un bote, un paddle surf o un kayak.
Atlantis, como se le conoce, fue una antigua cantera donde se extrajo piedra para construir parte de Dalt Vila. Con el tiempo, el mar y el paso de los viajeros lo han transformado en un paisaje peculiar, con bloques de roca cortada, pozas naturales, cuevas pequeñas y símbolos esculpidos por los hippies que frecuentaban la zona en los años 60.
Aquí no hay cobertura, ni sombra, ni servicios, ni nadie que venga a rescatarte si te da un jamacuco. Pero si buscas un sitio 100 % diferente, silencioso y visual, este lugar debería estar en tu lista. Y merece totalmente la pena, ya que es un entorno rocoso y aislado, donde podrás disfrutar de una Ibiza totalmente distinta.
Puedes flotar en las piscinas naturales, sentarte sobre la piedra a leer o hacer snorkel en los bordes donde se mezclan las rocas y la posidonia. Muchos viajeros que llegan hasta aquí aprovechan las plataformas de piedra para tumbarse al sol o meditar en silencio mientras contemplas el Es Vedrà.
Ses Balandres
Se encuentra al noroeste de Ibiza, cerca de Santa Agnès de Corona, y es una de las playas más inaccesibles de la isla.Para llegar por tierra hay que descender una ruta empinada y bastante vertiginosa, con tramos de cuerda y escalones tallados en la roca. No es apta para cualquiera ya que se necesita buena forma física y no tener vértigo. También puedes acceder nadando o en kayak, pero la mejor opción es llegar en barco. Desde el mar, el paisaje es precioso a la vez que impactante, una cala rodeada de acantilados que parece un anfiteatro natural.
Muros verticales, cuevas ocultas y un mar tan transparente que ves el fondo incluso desde la superficie. No hay arena, solo piedra, pero eso no le quita ni un ápice de encanto. Es un lugar perfecto para nadar en total privacidad, explorar las cuevas cercanas o simplemente bañarte en este lugar paradisíaco.
Al atardecer, las paredes de roca se tiñen de tonos dorados y rojizos, creando un ambiente realmente mágico. También hay una pequeña cueva semisumergida, ideal para recorrerla en kayak o buceando.
Si te animas a hacer snorkel, verás más que peces, como las praderas de posidonia oceánica que se extienden bajo la superficie, una planta protegida que mantiene el agua cristalina y llena de vida. Es uno de los secretos mejor guardados del Mediterráneo… y de Ibiza.
Racó de Ses Dones
Ubicado cerca de Santa Agnès de Corona, en la costa noroeste de Ibiza, este rincón minúsculo, con nombre poético, es un lugar bastante desconocido incluso para muchos locales. Está completamente aislado, sin caminos señalizados ni acceso fácil a pie, lo que lo convierte en un destino casi exclusivo para quienes exploran la isla navegando.
Esta cala es minúscula, protegida por paredes rocosas y rodeada de vegetación salvaje. Desde el mar, lo que se ve es una grieta en la costa que esconde una piscina natural de aguas verdes y cristalinas. No hay playa como tal, solo piedra, mar y mucha calma.
El acceso más habitual (y recomendable) es en barco, ya que no existe una ruta clara por tierra. Algunas personas lo intentan desde los acantilados cercanos, pero es complicado y nada evidente.
Un lugar ideal para nadar sin pensar en nada, meditar o hacer snorkel despacio entre los recovecos de roca y los peces que se cuelan entre ellos.
Muchos lo consideran una de las calas más bonitas de Ibiza y un lugar con energía especial. No es raro ver a alguien practicando yoga, leyendo en silencio o simplemente tumbado al sol con los pies en el agua.
Isla de Espartá
En la costa oeste de Ibiza, justo frente a Cala Conta, entre Cala Tarida y la Illa des Bosc, emerge este pequeño islote que parece flotar entre aguas turquesas. Hablamos de Espartà, una isla que, aunque protegida y sin acceso permitido a su costa, guarda una de las calas más salvajes y vírgenes del archipiélago.
Solo se puede llegar en barco, pero incluso si no desembarcas, fondear en sus alrededores es una experiencia mágica. Desde ahí puedes nadar, hacer snorkel o simplemente observar el paisaje desde la cubierta. En días tranquilos, incluso es posible cruzarse con alguna barracuda, un pez largo y plateado que suele quedarse quieto entre las rocas, observando con curiosidad pero sin molestar. El agua es tan clara que se distinguen perfectamente los fondos rocosos desde la embarcación.
Si llevas gafas de snorkel, aprovecha para explorar: hay zonas rocosas, bancos de peces y pequeños recovecos que merece la pena ver de cerca.
Cap des Falcó
En el extremo sur de Ibiza, muy cerca de Ses Salines, se encuentra este imponente cabo de piedra que cae a plomo sobre el mar. A sus pies hay una pequeña playa sin acceso claro por tierra, ya que no hay caminos señalizados ni rutas fáciles para bajar andando. Desde tierra solo se puede llegar al mirador, pero la cala es inaccesible sin embarcación.
Las aguas son tan cristalinas que puedes ver los peces antes incluso de zambullirte. Si te gusta el snorkel, aquí podrás nadar entre decenas de obladas, un pez plateado que se acerca sin miedo y parece jugar con los visitantes.
No encontrarás chiringuitos, ni tumbonas, ni música. Solo rocas, mar y silencio. Un lugar perfecto si buscas una cala solitaria y apartada en la isla.
Las mejores calas y playas del norte de Ibiza (y aún poco conocidas)
La parte norte de la isla conserva algunos de los rincones más tranquilos de Ibiza. Aquí todavía es posible encontrar calas vírgenes o casi, poco concurridas incluso en temporada alta, y rodeadas de naturaleza. En este bloque te contamos, según nuestra experiencia, cuáles son las mejores para darte un buen baño, hacer snorkel o simplemente disfrutar de la isla sin multitudes.
Cala Xuclar
Escondida entre colinas cubiertas de pinos, muy cerca de Portinatx, Cala Xuclar es una de las playas más tranquilas del norte de Ibiza. Es pequeña, acogedora, sin tumbonas, sin música, y con un ambiente tan relajado que lo más ruidoso que vas a oír es alguna gaviota o el chapoteo del agua.
La entrada es por una carretera algo bacheada, con muy poco sitio para aparcar, así que conviene ir pronto o dejar el coche más arriba y bajar caminando. Al llegar, encontrarás una cala flanqueada por casetas de pescadores tradicionales, agua cristalina y un fondo rocoso que es perfecto para hacer snorkel. Recomendación: lleva escarpines, porque hay muchas piedras tanto en la orilla como en el agua.
En verano, abre un chiringuito pequeñísimo que sirve pescado fresco y platos locales deliciosos. Es muy conocido en la zona, así que si quieres comer ahí, mejor reserva con antelación. El resto del año, no hay servicios, pero sí mucha paz.
Es uno de esos rincones donde puedes tumbarte en la toalla, olvidarte del móvil y quedarte mirando el mar sin hacer nada. Ideal si buscas una playa tranquila, auténtica y poco concurrida.
Cala Es Portitxol
En el norte de Ibiza, cerca de San Miguel, se esconde uno de los rincones más mágicos y remotos de la isla. No hay carteles ni chiringuitos, y el acceso, aunque no imposible, tampoco es fácil, algo que disuade a muchos. Se trata de un camino largo y pedregoso que termina en un sendero, y al final, en una pequeña cala en forma de media luna, rodeada de acantilados cubiertos de pinos. Por eso, muchos prefieren llegar por mar, y esa exclusividad es justo lo que la mantiene casi virgen.
En la orilla, viejas casetas varadero de pescadores le dan un aire auténtico. El agua es cristalina, con un fondo rocoso perfecto para hacer snorkel. Aquí es fácil ver peces, erizos y hasta pulpos escondidos entre las piedras. Lleva escarpines si quieres meterte con comodidad.
Es Caló de s’Illa
En el corazón más remoto del norte de Ibiza, entre acantilados y pinares del área de Es Amunts, se esconde esta pequeña cala virgen que muy pocos conocen. No hay señalización, y para llegar tendrás que caminar un buen tramo por un sendero irregular y poco transitado, lo que garantiza cierta exclusividad.
Al llegar, te espera un rincón diminuto, de unos 50 metros, completamente rodeado de naturaleza. No hay arena, solo piedra y rocas planas donde puedes dejar la toalla sin problema. Desde aquí, la vista es espectacular a los islotes de Sa Paella, S’Escull e Illa d’en Calder.
No hay servicios, ni cobertura, ni aglomeraciones, solo mar y tranquilidad. Además, el fondo marino es una pasada, con pequeñas cuevas, bancos de peces, praderas de posidonia y rincones donde es fácil ver morenas o estrellas de mar si te fijas bien. Ideal para hacer snorkel sin prisas ni gente alrededor.
Un rincón perfecto para pasar unas horas en silencio, donde la tranquilidad es absoluta, y la soledad casi garantizada. Un paraíso escondido solo apto para quienes buscan la Ibiza más auténtica.
Es Canaret
Si lo que buscas es una cala donde lo único que oigas sea el mar, Es Canaret es de lo más parecido a una isla desierta. Está situada entre Portinatx y Cala Xarraca, y aunque ahora es algo más accesible, sigue siendo uno de esos rincones que muchos locales prefieren no mencionar para que siga siendo un secreto.
Durante años, solo se podía llegar atravesando una propiedad privada. Hoy se accede bordeando la costa a pie, por un sendero corto, rocoso y sin señalizar, lo que hace que no aparezca en muchas guías. Tampoco hay cobertura, lo cual es otro punto a favor si vienes a desconectar de verdad.
Al llegar, te espera una playa minúscula, resguardada entre paredes de roca, sin chiringuitos, ni hamacas, ni rastro del turismo masivo. Solo tú, el Mediterráneo y, con suerte, algún velero fondeado a lo lejos.
El agua es transparente, el fondo es rocoso y perfecto para hacer snorkel. También es un buen sitio para darte un chapuzón, leer, relajarte y descansar sin que nadie te moleste.
Cala d’Albarca
Dentro del área protegida de Es Amunts se encuentra uno de los paisajes más salvajes y espectaculares de la isla. Hablamos de Cala d’Albarca, también conocida como Cala Aubarca, un rincón de difícil acceso, rodeado de enormes acantilados y sin rastro de urbanización.
Para llegar por tierra hay que caminar durante un buen rato por un sendero sin señalizar, cuesta abajo y bastante empinado. No es una ruta apta para cualquiera, y muchos directamente prefieren llegar en barco, la forma más cómoda y habitual de visitar esta zona. Desde el mar, la cala aparece como una entrada estrecha y casi cerrada entre las rocas, como si la isla escondiera a propósito este rincón. Aunque no es oficialmente nudista, al llegar (sobre todo por mar), la sensación de aislamiento es tan fuerte que muchos deciden prescindir del bañador.
El paisaje es una maravilla, con paredes de piedra altísimas, bosques de pinos al borde del acantilado y un arco de roca natural que se ha convertido en uno de los puntos más fotografiados por quienes llegan hasta aquí. No hay arena ni servicios, solo rocas, mar profundo y absoluto silencio.
La posidonia cubre parte del fondo, creando un ecosistema submarino ideal para los amantes del snorkel. Las zonas rocosas forman escondites perfectos para peces, erizos e incluso alguna estrella de mar, si te fijas bien.
Las calas que tienes que visitar en Ibiza si buscas belleza y tranquilidad
Si lo que quieres es bañarte tranquilo, sin música ni gente alrededor, estas son las calas que tienes que apuntar. Algunas son fáciles de encontrar, otras no tanto, pero todas tienen algo especial. Si estás en Ibiza, estas son las calas que tienes que visitar sí o sí.
Cala Pluma
Es una de esas calas perdidas que casi nadie conoce, y eso nos encanta. Poca gente ha oído hablar de Cala Pluma, y eso ya es una buena señal. Se esconde en la costa oeste de Ibiza, cerca de la más conocida Cala Tarida, pero es tan discreta que no aparece señalizada. De hecho, muchos locales ni siquiera saben que existe. Y eso la convierte en una de las playas más tranquilas y desconocidas de la isla.
¿Cómo llegar a Cala Pluma? Puedes hacerlo a pie, aunque el acceso es algo incómodo y pedregoso, o en barco que es lo más cómodo si no quieres complicarte.
Para ir por tierra, lo mejor es salir desde Cala Tarida y caminar hacia el sur siguiendo la costa. No hay indicaciones ni una ruta clara, así que prepárate para moverte por senderos poco transitados. Lleva calzado adecuado, agua y algo de comida, porque no hay servicios de ningún tipo. También te puede ayudar usar un mapa o una app de navegación para no perderte.
Una vez llegues, el premio es una cala pequeña, de piedras y aguas limpias, perfecta para hacer snorkel o simplemente chapotear tranquilamente. La posidonia cubre parte del fondo, tiñendo el mar de tonos verdosos que cambian con la luz, un espectáculo digno de ver una vez en la vida.
Punta Galera
Esta playa es la reina de los atardeceres alternativos de Ibiza, con un rollo místico que no te puedes perder. Esta gran plataforma de piedra parece una terraza natural con grada incluida. Aunque se ha hecho algo más popular en los últimos años, sigue sin estar tan masificada como otras zonas.
El acceso no está señalizado y hay que caminar un poco desde la carretera. Aun así, muchos locales siguen viniendo aquí por la puesta de sol tan increíble.
El ambiente es muy tranquilo, y es habitual ver a gente meditando, dibujando o tocando la guitarra mientras cae la tarde. Si llegas con tiempo, puedes sentarte en uno de los escalones naturales de roca y simplemente ver cómo el sol se esconde en el horizonte.
Consejo práctico: lleva algo para sentarte, agua y calzado cómodo.
Cala Llentrisca
Es una de esas joyas que Ibiza guarda celosamente, lejos del ruido, del postureo y de los beach clubs de diseño. Está en el sur de la isla, cerca de Es Cubells, y aunque no queda tan lejos de zonas más transitadas, es una de esas calas perdidas donde te sentirás realmente en total desconexión.
Llegarás caminando por un sendero entre pinos, sin señalización clara y con vistas constantes al mar. El camino es un poco regulero, no es una ruta demasiado difícil, pero sí lo bastante largo como para que muchos se lo piensen.
Al final te espera una cala virgen y solitaria, escondida entre acantilados, con casetas de pescadores tradicionales y un agua transparente donde se ve todo el fondo marino, ideal para hacer snorkel. También es habitual encontrar gente practicando nudismo.
No esperes arena, la playa es de piedras redondeadas, así que los escarpines son muy recomendables.
Sa Figuera Borda
Escondida entre Cala Codolar y Cala Conta, Sa Figuera Borda es uno de esos rincones que muchos pasan por alto… y qué suerte que sea así. Lo que hace especial este lugar no es solo su pequeña cala de roca y aguas claras, sino la espectacular cueva natural que se abre en el acantilado. Una especie de mirador secreto con vistas increíbles al atardecer.
Llegar no es complicado, puedes aparcar cerca de Cala Codolar y caminar por un sendero de tierra. No está señalizado, pero tampoco tiene pérdida si sigues la costa. El camino es sencillo, y el destino merece la pena.
En lugar de arena fina, encontrarás piedras, mar turquesa y mucha tranquilidad. Es perfecta para sentarte con una cerveza fría y ver cómo el sol se esconde tras el horizonte. Es uno de los spots favoritos de los fotógrafos y también de los ibicencos que prefieren mantenerlo en secreto.
Es un rincón poco masificado, discreto y con encanto, perfecto si buscas desconectar sin tener que hacer una gran excursión.
Ibiza no es solo fiesta, y ya lo sabes. Si buscas calas tranquilas, paisajes increíbles y rincones donde respirar en paz, este listado puede ser un buen punto de partida.
Y si alguna te ha hecho tilín… ya sabes que hay formas de llegar sin sudar la camiseta
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